Miscelánea

Lo «políticamente correcto» y la autocensura en las historias de ficción

Aunque el artículo de hoy no es exclusivamente de terror, sí trata un tema que afecta a cualquier contador de historias, incluidos los de este género. Escribí este texto hace varios meses, mucho antes de que entrarámos en confinamiento, y lo hice por encargo para una web que al final no lo publicó. Debido a los últimos acontecimientos en torno a la retirada de Lo que el viento se llevó de HBO, la disculpa de la creadora de Friends sobre la falta de diversidad en la serie y el juicio a Tolkien sobre el mismo tema, me ha parecido oportuno publicarlo en mi blog. Creo que es el momento de hablar sobre esta nueva ola de «lo políticamente correcto» que empieza a imponerse en las obras de ficción y de explicar por qué, a mi modo de ver, resulta un camino peligroso.

En los últimos años se ha producido un tendencia hacia la visibilización de ciertos colectivos que llevaban siglos reivindicando su papel dentro de las industrias creativas como el cine y la literatura. Poco a poco y gracias a la presión de los espectadores y los profesionales del sector, comenzamos a desechar estereotipos arcaicos y a ver una ficción que cada vez representa mejor la diversidad en la que vivimos en el siglo XXI. Pero con esta presión por visibilizar, muchos creadores se preguntan si no se les estará coartando la libertad creativa.

De sobra fueron conocidos los casos que suscitaron polémicas en este sentido, como la decisión de que fuera Scarlett Johansson quien interpretara a un personaje asiático en Ghost in the shell, la elección de la cantante afroamericana Halle Bailey para interpretar a Ariel en el live-action de La sirenita o los gender swap de películas como Cazafantasmas, Thor o James Bond. Más allá de las decisiones, más o menos acertadas, de los productores de estos Blockbusters en un intento de subirse al carro de la inclusión, hablemos de cómo afecta a las historias.

Hace poco surgía la figura de los “lectores de sensibilidad” (sensitivity readers), que se dedican a analizar en manuscritos y guiones  el tratamiento que se le da a ciertos temas controvertidos y a cierto tipo de personajes para evitar ofender la sensibilidad de alguien. Normalmente tienen en cuenta cómo se habla de personajes racializados y LGTBI, la terminología con la que se refieren a ellos, las tramas  y cómo los representan, y la representación de escenas violentas o que puedan ser un detonante traumático (trigger), para algunos espectadores, entre otras cosas.

Aprender a tratar temas delicados o consultar a lectores beta sobre un tema que se desconoce es importante, pero ¿en qué punto podría convertirse en censura? ¿Debemos dejar de escribir sobre personajes o tramas machistas, homófobos y racistas? ¿Nos empuja esta presión social por lo «políticamente correcto» hacia la autocensura? Hace poco formulé estas mismas preguntas en mis redes sociales y fueron muy pocos los compañeros que se atrevieron a responder en público. Casi todos lo hicieron en privado y admitieron que era por miedo a ser juzgados y a dañar su reputación.

Lo cierto es que las redes sociales nos han traído grandes beneficios, pero también empiezan a establecerse como el tribunal que dictamina lo correcto y lo incorrecto dentro de la ficción, y aquí es donde surge el dilema de muchos autores y autoras. ¿Escribir para uno mismo o para los demás? ¿Contar lo que uno tiene ganas de contar o amoldarse a lo que otros exigen para no ser el blanco de su ira? ¿Se puede ser inclusivo y diverso de absolutamente todos los colectivos infrarrepresentados? ¿Dónde queda la libertad del creador? ¿Debemos censurar obras contrarias a nuestra ideología, sea cual sea?

Entre algunas de las conclusiones que saqué fue que muchos autores sienten obligación por incluir personajes y tramas que a veces no encajan, pero que están «de moda», y que se cuestionan mucho sus decisiones creativas. Otros contaban anécdotas de rechazos de obras en las que había alguna escena con contenido sexista, básicamente porque el personaje era machista o se enmarcaba en una época de la historia muchos siglos atrás, aunque el mensaje de la obra no tenía nada que ver con eso.

Y ahí es donde, en mi humilde opinión, está la clave de todo, en el mensaje. Para contar una historia contra el machismo, el racismo o la liberación de la mujer, por ejemplo, es necesario mostrar el conflicto, es decir, la fuerza antagonista. Sin eso, ocurren dos cosas: obviamos una realidad que sigue vigente (el machismo no ha desaparecido, ni el racismo tampoco) y dejamos a la obra sin un espejo donde reflejar las dos caras del problema que pretendemos denunciar o contar.

Habrá momentos en los que debemos tomar decisiones creativas conscientes (como tener más personajes femeninos protagonistas, a ser posible que pasen de la treintena) y otros en los que necesitemos usar un cliché o un personaje con características odiosas y reprobables para promover precisamente lo contrario. Es en el subtexto y la interpretación de este donde reside la verdadera intención del creador, y es desde ese punto desde donde se debe trabajar el análisis de cualquier obra.

Sigamos avanzando, visibilizando, cambiando estereotipos y clichés, pero no olvidemos que la ficción trata sobre la realidad. En cada época histórica hubo un pensamiento más o menos colectivo o una autoridad que estableció qué era lo «políticamente correcto» y ya sabemos hacia qué caminos llevó en algunos horribles episodios de la Historia. El arte es una forma de expresión y el autor debe tener libertad para expresarse, o nos perderemos grandes historias por miedo al qué dirán (cómo nos llamarán o quién se ofenderá). Crear arte sin ofender es complicado porque la pelota siempre estará en el tejado del otro, y no podemos controlar la susceptibilidad de todo el mundo.

Por supuesto me encantaría conocer tu opinión (que espero te sientas libre de ofrecer sin presión de ningún tipo). Si te ha gustado este artículo, puedes suscribirte para recibir una vez al mes la lista de posts y mi ebook gratuito Al otro lado del espejo (y de paso apoyarás a esta guionista de terror que os escribe). Lo hagas o no, gracias por leerme.

12 Comentarios

  • Pedro de Andrés

    Mi aplauso por la valentía de tu artículo. Lo políticamente correcto debe quedar para los que viven de ello, básicamente políticos y demás sub productos. Como artista no debes tener más límites a la creación que los que te auto impongas. Me canso de leer publicaciones de ficción que siguen modas y estereotipos nuevos por vender más o no enfrentarse a las críticas. Si no se es capaz de contextualizar, se tiene un problema de educación y cultura, falta de criterio. Parece que es preferible dar los contenidos bien masticados y así facilitar la digestión. Buen análisis. Un saludo.

    • V. Cervilla

      Totalmente de acuerdo con lo que dices y de ahí que me decidiera a escribir este artículo. El problema es que también hay editoriales/productoras (o llámalo X) que lo promueven para situarse como abanderados de la inclusión y la diversidad. Cuidado que a mí hablar de todo tipo de personajes y realidades me parece magnífico, pero imponerlo o censurar/atacar/rechazar una obra porque no lo haga no. Cada lector elige lo que consume (y quiero pensar que también se ocupa de analizarlo). ¡Gracias por tu aporte y por leerme!

  • Marcos A. Palacios

    Te felicito por esta reflexión que no va nada mal a estos tiempos. Y me sorprende encontrar a alguien que, en este tema concretamente, coincide con mi forma de pensar. Comprender la Historia, las sociedades y contextos es esencial para esa apertura y diversidad que se pretende hoy en día. Tapar la realidad conduce a la desorientación y -esto es puramente especulativo y de mi cosecha- a la censura y el prejuicio.

    Gracias por permitir que me exprese. ¡Saludos!

    • V. Cervilla

      Fíjate que yo pensaba lo mismo cuando me puse a escribir, pero preguntando me di cuenta de que hay más creadores que piensan lo mismo. El problema es que tienen miedo de las repercusiones de decirlo abiertamente y eso es lo que no se puede tolerar. No podemos vivir en la época más abierta de la Historia de la humanidad y a la vez temer expresarnos y discrepar con otros. ¡Gracias por contribuir al debate!

  • David Cascant

    Hace poco he descubierto que hay un Spiderman latino, de tez morena, y que se ha hecho una serie de la película High Fidelity, pero cambiando al protagonista masculino por una mujer, además afroamericana.
    Forzar la inclusión me parece tan antinatural como crear una raza humana perfecta a base de manipulación genética, a este paso veremos una película de vikingos en el que estos serán de todo menos rubios y de ojos azules.
    Por supuesto que no hay que marginar a nadie, ni por su sexo, ni por su color de piel, ni por su ideología, pero el contexto histórico es el que es, no podemos pretender que nunca hubo marginación, ni racismo, ni sexismo, lo que debemos es educar para que al verlo nos escandalice, no ocultarlo, porque si lo invisibilizamos, acabará repitiéndose, me temo.
    Y por favor, que dejen de estropear clásicos con la excusa de la inclusión, que utilicen el cerebro para crear nuevos clásicos, y que estos presenten la diversidad de una manera natural, y no tan forzada; al final parece que han descubierto un filón para producir más con menos esfuerzo.
    ¡Enhorabuena por el artículo!

    • V. Cervilla

      En cierto modo me parece que es un poco lo que comentas. Para subirse al carro de la inclusión, repiten historias ya contadas porque es más fácil y rápido. Entiendo que la gente se molesta cuando le cambian un clásico con el que han crecido. Lo que toca es crear historias nuevas, en todo caso, como dices. ¡Gracias por leerme!

  • Isabel Veiga López

    Hay que decirlo y lo has dicho. Hace ya tiempo, escribí un artículo hablando de dar visibilidad a distintos colectivos en nuestras historias, pero ¿a qué colectivos? Hay demasiados y nos «obligan» a centrarnos en uno o dos, en los que están de moda o en las noticias en ese momento.

    Debemos crear los personajes que necesitamos. Si incluyo a un homosexual, habrá quien diga que no he incluido a un trans. Si incluyo al autismo, me dirán que porqué no he incluido al síndrome de Down. Y así con todo, así que paso. Mis personajes son quienes son, punto. Un colectivo que no voy a incluir será el de «me ofendo por todo».

    • V. Cervilla

      Totalmente. No podemos incluirlos a todos, además de materialmente imposible (a no ser que escribas Juego de Tronos), tampoco es la realidad. Y por mucho que no quieran entenderlo, no siempre encaja en la historia que se cuenta. ¡Gracias por pasarte por el blog!

  • David Rubio Sánchez

    Hola, Verónica. Desde que nació la llamada «Opinión Pública» en la época victoriana más o menos siempre ha habido esa censura de grupo, pero es verdad que con las redes sociales la misma ha ganado en intensidad y, lo que es peor, se usa como arma y argumentario panfletario de según qué colectivos.
    No entro a valorar la intención de ello, pero sin duda es una forma de censura, dado que pretende imponer un determinado canon moral al escritor. Un escritor que tiene todo el derecho del mundo a escribir su historia sin más consideraciones que las que la propia historia le exije.
    Hace un tiempo leí en twitter a un perfil que mostraba un párrafo de una novela en la que un personaje se refería despectivamente a una mujer. Y lo hacía acompañado de un comentario tipo: «Fijaos qué barbaridad se dice en esta novela». Los seguidores del perfil, por supuesto, secundaban en que dicha novela era tal y que no se puede tolerar que ese autor escriba algo así. La verdad es aluciné. Ni uno se la había leído y, por supuesto, ninguno se planteaba si esa intervención era coherente con el personaje.
    Lo curioso, y paradójico, es que cuando uno reflexiona en un artículo sobre la libertad de todo escritor de no seguir ningún canon moral todo el mundo está de acuerdo. Hace unos meses escribí una entrada en mi blog y los comentarios eran que por supuesto el escritor debía contar con toda la libertad del mundo, luego viene el caso concreto y ahí aparecen los prejuicios de cada uno, claro.
    Tampoco me llama la atención eso de lector de sensibilidad. Te aseguro que jamás leeré una novela que en la portada tuviera algo así como un sello de calidad sensible. La literatura debe mostrar la complejidad de la vida, una vida de infinita gama de grises en la que nadie es bueno o malo por pertenecer a una minoría o una mayoría. Y tampoco veo cómo podríamos ponernos de acuerdo en qué grupos deben protegerse sensible y especialmente. A mí me merecen todos el mismo respeto, pero cuando escribo solo estoy ficcionando e imaginando personas y situaciones.
    Me ha hecho gracia eso que comentas de que esta «censura» intenta que la historia no cause un trauma. ¡Un trauma! ¡Pero si eso es lo que un escritor desea conseguir! Que esa escena impacte de tal manera y sea recordada es el sueño de cualquiera que escriba.
    Creo que comentamos en twitter el caso de Friends y recordé el caso de El príncipe de Bel Air. Yo ni me fijé en si en una salen más o menos blancos o más o menos negros. Me parecieron dos estupendas sit com y eso es como consumidor de ficción lo único que me importa.
    Bueno, que me está quedando muy largo. Para terminar solo menciono dos películas: Torrente y Pulp Fiction. ¿En qué quedarían si las mismas hubieran pasado el filtro de un espectador de sensibilidad?
    Creo que alguno debería no perder el tiempo en estas cosas y aprovecharlo en escribir historias que transpiren vida. ¡Saludos!

    • V. Cervilla

      Totalmente de acuerdo. A mí me parece que esto ya va de infantilizar al lector/espectador, y creo que somos adultos para interpretar una obra de ficción y su mensaje. Son los niños los que ven Superman y se quieren lanzar desde el balcón a volar, nosotros (entiendo) ya sabemos que es solo una película. Pero en este sentido sí que me preocupa el tono que está tomando en redes sociales. Hay películas y libros siendo retirados, autores que ven dañada su reputación, etc. Eso es muy peligroso y recuerda a tiempos que creía ya superados. ¡Gracias por pasarte por el blog!

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