Leer terror

¿Necesitan los villanos una razón para ser malos? Te cuento por qué no

Ahora resulta que todos los malos malísimos son rebeldes porque el mundo los hizo así, y lo siento, pero no. No es necesario que tengan justificación y te voy a explicar por qué.

En cualquier historia hay un protagonista que tiene un objetivo (lo que necesita o quiere conseguir) y algo que se lo impide. Todas las teorías de la narrativa existentes nos dicen que el personaje principal debe tener una motivación que lo empuje hacia ese objetivo y además una razón por la que es como es. Pero, ¿qué pasa con el villano? ¿Los malos necesitan basar su maldad en algo fuera de sí mismos?

Bad, de Michael Jackson

Si la ficción intenta en su mayor parte ser un reflejo de la realidad, independientemente del género escogido para transmitirla, la respuesta a la pregunta anterior es fácil: No. Admitámoslo, en la vida real existen las personas malas sin más. ¿Por qué no iba a suceder lo mismo en la ficción?

Si tiramos un poco de hemeroteca, veremos que hay numerosos casos de asesinos y asesinas que han confesado cometer sus crímenes porque sí, por la adrenalina, por saber qué se sentía, porque estaban aburridos, o alguna razón similar. No había un pasado traumático detrás ni una especial animosidad contra las víctimas. De hecho, no todas las personas que han sufrido algún tipo de abuso o trauma acaban convirtíendose en Ted Bundy. Algún estudio hay que trabaja en averiguar si el ser humano está predipuesto a hacer el mal, como este.

Es un hecho duro de aceptar, pero el ser humano puede ser malvado porque sí y punto, y tu villano también. Si os interesa el tema, os recomiendo el libro de Tori Telfer, Damas asesinas: Mujeres letales de la historia, editado por Impedimenta, en el que se relata la vida de unas cuantas asesinas populares y qué las llevó a cometer sus atroces para llegar a la conclusión de que no se puede generalizar. Cada caso es distinto. Algunas sufrieron infancias complicadas y otras simplemente eran malas personas que disfrutaban con su crueldad.

¿Por qué se ha puesto de moda explicar la raíz del mal?

Vivimos en la era de las escalas de grises. Hay versiones, atenuantes, circunstancias que alteran los eventos. Casi siempre. En otras ocasiones, las reacciones humanas son inexplicables y no obedecen a algo que se pueda razonar. Seguro que tú mismo alguna vez has reaccionado a una situación de una forma que ni siquiera tú puedes explicarte. Pero estamos en la era de explicar los orígenes. Todos los malos quieren ser como el Joker de Todd Phillips, un incomprendido.

Los antropólogos y sociólogos siguen intentando descifrar el patrón de la violencia, qué hace que una persona cruce la línea roja y asesine a uno de sus iguales. Hay estudios que confirman que existe un gen llamado «el gen del guerrero» que se activa al sufrir un hecho traumático en la infancia. Sin embargo, no llega a una conclusión firme sobre qué convierte a una persona «normal» en un homicida.

Joker (Todd Phillips, 2019)

Lo que sucede es que, al justificar la acción del villano a través del sufrimiento —sobre todo en la infancia—, entra en juego aquello de lo que os he hablado en otros posts: la empatía. Esta emoción es muy poderosa y los escritores lo sabemos. Al ponernos en el lugar del malo, lo comprendemos e incluso podemos llegar a justificar el acto violento como algo fuera del propio personaje (lo trataron mal, el mundo tiene la culpa, no lo puede evitar, yo también lo haría si me pasara eso, etc). Por eso, la empatía se usa para “manipular” al espectador/lector y llevarlo por el camino que el creador de la obra desea, bien para después revelarle su error o para mostrarle «la otra versión de la historia». En definitiva para decirle que cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo, ¿verdad?

El problema con justificar siempre las atrocidades de un villano es que acabamos creyendo que todos podríamos ser como él o ella, el «yo soy yo y mis circunstancias». Y que todos podríamos es cierto, pero que lo hagamos no, ahí está el matiz. Al igual que la psicopatía no deriva necesariamente convertirse en un asesino en serie, haber sufrido en la vida tampoco. Lo mismo ocurre al contrario. Una persona con una infancia perfecta puede acabar haciendo algo horrible. Somos humanos.

Los ejemplos en el cine y la literatura

American Psycho (Mary Harron, 2000)

En la gran pantalla encontramos ejemplos de malos que no necesitan justificar sus acciones para mantener a flote la historia como Chucky en Child’s play (Tom Holland, 1988), poseído por un asesino del que conocemos poco; Joffrey Baratheon, el despótico heredero al trono de hierro de Juego de Tronos; el Presidente Snow en Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012); Patrick Bateman de American Psycho (Mary Harron, 2000); o Lord Voldemort en Harry Potter, por nombrar algunos.

La literatura también está plagada de personajes que son crueles por el puro de placer de causar el mal como Aaron el moro de Tito Andrónico (Shakespeare, 1593); el vampiro más famoso de la historia, Drácula (Bram Stoker, 1897); Mr. Hyde en El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde ( Robert Louis Stevenson, 1886); o la bruja del Oeste en El maravilloso mago de Oz (Lyman Frank Baum, 1900).

Como ves, la justificación del mal a veces es innecesaria o inexistente, pero eso no impide crear un buen antagonista que sostenga una gran historia. No todo obedece al esquema de causa-efecto en lo que a las emociones se refiere. Ah, los humanos… Somos una especie complicada. ¿Qué le vamos a hacer?

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3 Comentarios

  • Isabel Veiga López

    Lo primero que me ha venido a la mente ha sido la película Joker. Por eso no la he visto y no tengo intención de verla (aquí es donde me odia -casi- todo el mundo 😛 ). No siempre es necesario explicar la vida del malo, sobre todo cuando le sacas de su contexto y le dejas a solas en su propia película.

    A veces, es importante mostrar -o contar- qué pasó entre el malo y el protagonista para entender la historia. La mayor parte de las veces, es así y punto.

    Buen artículo. Saludos.

    • V. Cervilla

      Hola Isabel,

      Efectivamente el éxito del Joker ha venido precisamente por la empatía que es capaz de crear con este odioso personaje. Eso es lo que se busca cuando explicamos por qué el villano es así. Pero como bien dices, no siempre es necesario (a veces hasta molesta jeje).

      Un saludo y gracias por leerme

  • ALAN

    Hay diversas teorías y experimentos realizados por expertos en psicología que demuestran que si bien todos los seres humanos somos capaces de ser crueles, tiene que haber un punto de quiebre o situación extraordinaria que nos saque esa lado malo que poseemos, pero no, no solo son malos por serlo, todos tienen un porque.

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